PRÓLOGO
IMAGINACIÓN Y
AVENTURA
Cuando
se evoca la frase proverbial de los inicios de todo relato con peso temporal -aquel
" Érase una vez. " - y
uno se coloca en la distancia de su propia niñez, no cabe duda alguna que una
fuerza magnética atrae escenas, personajes y las llamadas circunstancias, que
pueblan nuestra memoria.
Un
viejo arte para todo humano que fue niña o niño. La sabia Gabriela Mistral,
nativa recuerda y valora este arte de contar. Y hablando de las tradiciones
orales, materiales del folclore, ella solía apuntar que eran mujeres las que
mejor se disponían a manejar dicho arte . ¿Y quien no evoca a una madre, alguna
tía o a su abuela, contando, inventando o leyendo relatos para su infancia?
Vieja historia, que duda ha de caber, de nuestra especie.
"Erase
una vez una mujer con sus años en agraz, de ojos claros y de sonrisa generosa,
madre de una adolescente, un joven menor
y una niña que iba para ser crecida y llamativa. Esta buena mujer, encumbrada
en un departamento de una calle de señorío de una ciudad de lluvia y de
vientos, solía invitar a sus amigas y amigos y, en medio de sus quehaceres,
gustaba comunicar -leer con suavísima
voz - lo que en horas de libre desvelo
había soñado y escrito. Sus privilegiados primeros oyentes fueron sus
criaturas. Nosotros ya fuimos los terceros. Y así llegaron o, a lo mejor,
nacieron Lí, conocida como "La Pequeña Lí”; ”Mamá Bella y los amigos y
amigas: como Rufi, la hormiga; Jonás, su perro; la paloma, Musga y Tulú o Rocadio,
el niño extraterrestre. Las noches húmedas fueron la cuna de tales historias.
Alguna dulce fruta silvestre fue el alimento a medianoche. La magia de los
sueños y de la aventura fueron, en definitiva, la circunstancia creadora de un
mundo sensible y verdadero, que se alza cuando lo demás duerme, se silencia o
muere".
Lila
Layers es el nombre artístico de una mujer que posee voces capaces de urdir
cualquier historia. Hay llaneza en su estilo que reproduce el encanto de lo
dicho; una reiteración que se acopla al oído atento del más tierno; una
fantasía que hilvana escenas y deja libre la psicología de los personajes. Tal
vez sean estos rasgos de sus historias anteriores los que reaparecen con más
nitidez en esta última de "La Pequeña Lí en el espacio".
Sin
embargo, aquí aparece ahora un agregado que pareciera seguir la evolución de la
pequeña Li en su desarrollo humano: El aprendizaje por medio de la
entretención. Y no sólo unido todo esto
al conocimiento del espacio de los astros de nuestra galaxia común, sino
al deseo íntimo de un personaje que se convierte en tan dulce como la niña:
Tulú, el extraterrestre condenado a vivir siempre en la infancia.
En
esta ocasión, la mano de la escritora sondea en modos complejos de la realidad,
arma una trama de encuentros y desencuentros en un constante viajar por entre
las estrellas y gracias a la máquina que la ficción vestida de ciencia nos
permite visualizar. La exploración nos hace enriquecer. Y la superposición de
los tiempos, deseos, niveles terrestres y espaciales, asientan una amistad que
había venido gestándose desde atrás, en aquella cueva del Mago de la fantasía
de la pequeña estudiante de un pueblo central de nuestro territorio, La pequeña
Lindaura, La pequeña Lí homónima de otro pequeño ya famoso por sus aventuras en
las letras para niños y niñas de chile., Papelucho.
Importante tradición constituye la escritura
de cuentos y novelas cortas sobre la vida y los sueños de un niño o de una
niña. Aquel " Érase una vez",
con el correr de los tiempos y el dar vuelta de las hojas se ha ensanchado en
relatos de ciencia ficción a lo Julio Verne, o en aventuras de viaje a lo
Emilio Salgari, o en recorridos de un mundo y un país a lo Selma Lagerlöf, o en
novela de formación e iniciación de la y infancia a lo Callodi (Carlo
Lorenzini), o en páginas del diario de un escolar de un escolar a lo Edmundo de
Amicis, mundos que han alimentado a
cientos de mentes jóvenes de ambos sexos. En esta memorable serie se ha
instalado la narradora chilena Marcela Paz y hoy, tras persistente tarea, otra
escritora: Ana Sepúlveda, aquella Lila Layers de la evocación.
Considerando
este volumen como parte de un conjunto, el cuarto en la vida de la pequeña Lí,
tiene el mérito de despertar simpatías, estimular aprenderes y desear ese
imborrable y fresco soñar.
Benjamín Rojas Piña, Concepción, 1997
No hay comentarios:
Publicar un comentario