martes, 28 de mayo de 2013

Poesias de amor de Manuel para Ana








Reseñas biográficas de parlamentarios


Manuel Valdés Solar - Diputado

Último período: 1965- 1969
Última militancia política: Partido Demócrata Cristiano
Nació en Arica el 26 de octubre de 1919, hijo de Eduardo Guillermo Valdés Gaymer y de Sofía Solar Matamala.

Casado en San Pedro el 24 de diciembre de 1971 con Ana Magdalena Sepúlveda Sayers.

Estudió en Seminario de Concepción. Universidad de Concepción. Titulado de Abogado.

Su profesión y la agricultura. También escritor y poeta.

Diputado por Concepción, Tomé, Talcahuano, Coronel, Yumbel, 1953-1957; 1957; 1961; 1965-1969.

Militante del partido Nacional; Democracia Cristiana

 

P O E S I A S    DE


M A N U E L   V A L D E S   S O L A R.

Ex Parlamentario  de la República 

Periodos desde 1953 hasta 1969.

Poemas dedicados a su esposa

Concepción  Abril 2007.

POESIAS  DE MANUEL VALDÉS


AUN   LA SIGO QUERIENDO


Aún la sigo queriendo,
 O tal vez la quiero más,
Sus ojos los trajo el viento
 y no me dejaron mirar.

Si la pudiera besar,
Cual cincuenta años atrás.
La vida tendría
 Más razones para rezar.

Caminar y caminar,
 Buscando un cariño bueno,
Que sólo encontré,
 En el seno de esta bendita mujer.

Ya no soy, como era ayer,
 Valiente, indomable, osado
Sólo me quedan los versos,
 Para cantar a un querer.

De amor no supe jamás,
 Antes de mirar sus ojos
Y aún la sigo queriendo,
 O tal vez la quiero más.

Concepción 2002

COSAS  QUE  EL VIENTO  DICE.

El viento vino en la tarde,

 Con su vestido de niebla

Niebla de siete mañanas,
 Que el me da  y  en sus rayos quiebra.

El viento silva y se ríe,
 Sobre la rama y la hierba
Risa que repite el agua,
 Cuando su cause se enhebra

Viento dime,
 Sí, ella tiene los ojos de color cielo
O si hay verano y mucho oro,
 En las hebras de su pelo.

Viento, ella viene y se va,
 En la flor de la mañana,
Dile que nunca se vaya,
 Con la tarde que es hermosa.


Manuel Valdés.
Concepción 2002

MI  MUCHACHA  SALVAJE.

Mi muchacha salvaje,
 Hemos tenido que recobrar el tiempo.
Y marchar hacia atrás en la distancia,
 De nuestras vidas beso a beso.

Te hecho  daño, niña mía,
 He desgarrado tu alma.
Entiéndeme.
 Todos sabían quién yo era, pero ese,
Fue  además un hombre para mí

Hay nuestro amor fue una cuerda dura
Que nos amarraba hiriéndonos
Que nos condenaba a desangrarnos
 Y quemarnos juntos.
Que tienes, que tenemos, que nos pasa?

         Hemos cambiado mil veces,
 Entre nosotros la muerte y la vida,
Todo lo que teníamos lo hemos echado a rodar
 Al fondo del olvido.

         Todo lo que aprendimos no nos sirvió de nada,
Comenzamos de nuevo,
 Terminamos de nuevo
 Muerte y vida, amor y odio,
Y así sobrevivimos año tras año.

         Recuerdas cuando un día  llegaste por el largo camino
Que bordeaba aquel río que un tiempo fue tuyo?
Allí estaba el viento de la tarde,
Contento de mirarte, al principio no te vi,
No supe que ibas caminando conmigo
 Asta que tus grandes ojos horadaron mi pecho

         Y mi corazón de pronto se pobló de sonidos y risas,
 Habitaste la casa, que te esperaba oscura,
Y encendiste las lámparas de mi amor y mi dicha,
Entonces,  recuerdas, amor mío,
 Nuestros  primeros  pasos en las Islas?


         En ellas  apretamos el dulce amor de estío
 El fuego del verano vio  crecer nuestros besos
 y todas las cosas susurraron  nuestro amor,
Las islas, las arenas, la corriente del río,
 Dijeron nuestros nombres
 Y ese amor que crecía en  el agua.


ROMANCE  A LA NIÑA  RUBIA.

         Oro fundido en mil hebras

Blanco, blanco de azahar,
Camina la niña rubia
Camina junto a la mar.

         Un romance de aguas verdes
 Canta rojo en coral,
Cual tijera de albo filo
La gaviota corta a la mar.

         El recuerdo del marino
Que fue a la mar
Ha prendido en sus pestañas
 Una lagrima de sal.

         Sus pies, de hada del viento,
Van dejando en las orillas
 Huellas de arena y de sal.

         Y  las olas  que le dicen
Que su amor no volverá.
Rubia la niña en su pena
Camina junto a la mar.

ANDAR Y ANDAR  LOS CAMINOS.

Andar y andar los caminos

Buscando senderos nuevos,
El cariño en una mano
 y el amor dentro del pecho.

         Sin indicios ni señales,
En las rutas del encuentro,
Sólo unos ojos muy grandes
Azules cual el lucero.

         Pregunto y me digo sólo
Cual camino será el nuestro?
Y el viento sólo me dice
El que viva en tu recuerdo.

         Camino y camino siempre,
Con el corazón en celo,
Sin cansancio y sin olvido,

Buscando y buscando siempre,
El azul siempre lejano
De aquellos ojos de cielo

         Pregunto a las siemprevivas,
Que humildes están sonriendo,
Si el camino de esos ojos
Es el que estoy recorriendo.

Las flores nada me dicen,
Ni tampoco dice el viento,
Las nubes pasan y pasan,
 Llenas de lluvia y silencio

         Donde  iré buscando siempre,
Los ojos de color cielo.
Mil caminos, me señalan
Distintos destinos bellos,

Pero ninguno que tenga,
Los ojos de color cielo.
Los  pastos de los potreros,
Que están en verde durmiendo,
En oleaje de hojas y tallos.
También juntan sentimientos.

         El alto tallo de la alfalfa
Y el trébol de cuatro tientos.
Que dicen que trae suerte,
Me dice en el horizonte,
He visto claro un reflejo,
 Será que se están durmiendo
Los ojos de color cielo?

         Andar y andar los caminos
Llegar cerca o irse lejos,
El amor dentro del pecho,
O prendido en el recuerdo.

         La primavera se acerca
El ciruelo ya lo ha hecho
Mostrando blancos botones
Que alegran el patio entero.

         Las ventanas se han abierto
Llevando la luz adentro
Y una cortina celeste
Cubren todos los rincones,
Los ojos de color cielo

 

A  SUS  OJOS


         Eran dos ojos azules,
Laguna de un cielo basto,
Flores sencillas del pasto
Que crecía en las praderas.

         Los que venían de afuera preguntaban
Presurosos,¿dónde llovieron   estrellas?
En un cielo blanco claro
Con dos centellas por ojos


         Donde el sabor  del hinojo
Se cristaliza en sus labios.
Talvez  en beso sabio 
Me de un poco de su amor.

El rojo era su color
Remedo de los copihues
Suaves, húmedos, no exiges,
Sino capullos en flor.

¿De donde salía el color
 De sus mejilla rosadas?
Tal vez de un verso moderno
De algún joven trovador.

A   ELLA.

         La  de los ojos azules

Y de los cabellos rubios,
Que al andar lanzaba efluvios
 De doradas primaveras.

El viento viene de afuera
Y peina su pelo  rubio,
Con soplos que guarda Eolo
En su garganta de seda.

Su paso marcaba huellas
Pequeñas cual mariposas
Y Apolo puso dos rosas rojas,
En sus labios, con sus flechas amorosas.

Si tú me miras me matas,
Hada vestida de seda,
 Porque tu mirada lleva
Reminiscencias y venganza
 De un  río azul que se muere. 

         Dile a la tarde que lleve ventanas,
 Nubes doradas que despidan
 Hermanadas al claro sol que se aleja
y a la noche que ya llega.

Tu juvenil cuerpo tiene
 Un vellocino de oro
Y tus muslos extendidos,
 Cubiertos de un oropel,
Púas que guardan la miel
 De mil abejas rosadas.

Tu  piel suave y cristalina
 Recuerdan en su blancura
 Los mármoles de carrara.

Tu aroma es traspasada
 Por flores de verde y rojo
 Y todo cede a tu antojo
 De admirarte y ser amada.

Suelta tu melena  al aire
 Para que sea besada
Por serafines despiertos
 Que aguardaban, tu llegada.

Zarzamoras envidiosas de tu belleza
 Y piel fina, quieren clavar sus espinas
En tus carnes olorosas,
 Más  un duende te protege
 Y las  rechaza y olvida.

 Cuatro lunas semis rojas te despiertan,
Cuando sueñas  y algún  día
 Serás  dueña de un príncipe de milagro.

Reina, Princesa, pirata, navegas en el Da nubio.
La de los ojos azules y de los cabellos rubios.

Concepción octubre de 1993.

VEN  A TENDERME  LA  MANO



         Ven  a despertar  mi amor
 Que está durmiendo en la tarde,
 Amor, que acuñó la luna
 Y unos ojos  de aquelarre.

Ven a tenderme la mano
 Que naufrago en aguas verdes,
 Verdes lagunas de fuego
 Que embriagan al que las bebe.

 Ven a tenderme la mano
 Con sus dedos de claveles,
 Claveles que apuntan
 Cinco pinceles que se conmueven

 Ven a tenderme tus manos
Tus manos blancas de Marzo
Azucenas que despiertan
 Como banderas de cuarzo.

         Ven  a despertar la noche
 O a la tarde si te alerta
Dame tus cabellos largos
O cortos, como monserga

Ven a despedir la noche
Que se alarga y no se aleja
Noche de frutos azules
Redondos como madejas.

Concepción enero 2002.





POEMA   DEL   AMOR   IDO


         Vino de sexo y caricia

Néctar de amor que no olvido
Beso estampado en el hombro
 De la muchacha dormida
 Cariño sin repetir palabras de despedida,

         Amor que lleva la luna
 En las pestañas prendida,
La niña, oraba en la misa
 Con fervorosa voz baja
 Misa de siete ventanas
 Con sacerdotes de paja.

         ¿Adonde se fue tu amor?
Tu amor de trigos dorados
Amor que bebió el tequila
Y el ron en labios mojados,
 Amor a la mexicana
 Que también te hubiera dado.        

Un rumor sordo de brisas
 Te dice que eres bonita
 Tu boca frunce en sus besos
 Reminiscencias del prisma

. QUE  BOCA, BOCA  LA  TUYA,

Que dulce, dulce  tu boca
 De mieles y yerbas buenas
Tu mano dejó en el patio
 Un clavel  y una  camisa,

         Tu boca hace pespuntes
 En las comisuras lisas.
         En  besos largos y muy dulces
 Tu lengua está arrepentida
De no decir la verdad
 Al comisario  de arriba.

         El rojo, rojo de tus labios
 Es sangre de las cornisas
 Por besarlos un capitán
 Perdió su espada en la lisa

         En un baile de postín
 Ella mueve su cintura
 Y el vaivén de sus caderas
 Marca solvencias de curvas.

Y en tu boca se derrama
Un vaso de leche tibia.
Que boca, boca la tuya
 Sin estar comprometida
 Dice palabras tan dulces
 Cual abejas de saliva.

         Que cristal el de tu risa
 Sonoro como un pandero
 Alas de Ángeles despiertos
 Que se escaparon del cielo.

Concepción  noviembre 2001. Manuel Valdés


EL   VERANO  VA   LLEGANDO


         Pasó  el viento sollozando
 Y el verano dio  dos pasos
 Con un divino calor
 Que bendijeron los pastos.

Tu boca se abrió  diciendo
 Llegó  amarillo el verano,
  Tu boca roja copihue
 Que no madura en un árbol.

         El verano dispara rayos
 A los frutos madurando,
 Pero a tus rayos celestes
 Maduro amor no domado.

         El verano da a los pobres
 Calor y cariño blanco
 Un beso en pobres espaldas
Que agradecen caminando.

         Las hojas  colgando verdes
 Dan un saludo olivado,
 Los árboles tienden brazos
 Con dedos de contrabando.

         Tu pelo también saluda
 Al estío proclamando
 Banderas de duro camino
 Que el viento abraza llorando.

         Tu pelo color verano,
 Que Dios tiñó de dorado,
 Mítico clavel amarillo
Que un galán  ya lo ha cortado.

         Solloza el viento soñando
 Que ha de estar enamorado
 Del follaje del olivo
 Que besa sin pronunciarlo.

         Verano, verano ven,
Que las playas están llenando,
 Princesas rubias y morenas
 Con cuerpos de aire y cobalto,
         Verano ya no te marches
 Con el viento de la mano.


Manuel Valdés.
Concepción Enero 2002.


SIETE   QUE TE QUIERO  SIETE.

         Siete que te quiero siete

Andar solo o llevar dentro
El corazón en un puño
 Y el cariño recorriendo.

         Siete que te quiero siete,
Te miro y te veo lejos
Con mucho amor en tu cuerpo
Y mucho sol en tu pelo.

Hay  un cariño de verde
Será  imagen o será cierto
Un árbol siembra sus hojas
De esperanza y de recuerdo.

Y una niña guardadora,
 Se quita el oro del pelo
El agua corre que corre
Lavando su cuerpo bello,

Más intacto se ha quedado, 
 Todo el oro de su pelo.

         Inestable el viento norte
Besa hambriento sus cabellos, 
Queriendo llevarse lejos,
La seda áurea de ese pelo

Siete palabras dio el viento
Y se durmió en los canelos,
La niña del pelo rubio
 Es princesita sin reino.

         Siete que te quiero siete
Para ganarlo o perderlo
El quillay en los pantanos,
Guarda recuerdos de sapos

         Un soneto en cada esquina
Guarda un poeta sin cargo,
Palabras de siete hilvanes,
Que forman en verso amargo.

El poeta claroscuro
Busca besos sin lograrlo
Un gato color naranjo
 Baila rock en los tejados.

         El verde jade del agua
Pregunta al azul corriente.
 Si vio a una niña de ensueño,
Con oro en el pelo y sienes

         Siete que te quiero siete
Sendas y caminos sin piernas,
 Alfombras tan naturales,
 Para que pase la bella.

         Camino de san Fermín
Lleno de lirios y hortensias
Donde trajinan doncellas,
Del aire, sin dejar huellas.

         Que sendero sigue el viento
Sin preguntas ni respuestas,
Sino el empuje de Eolo,
Que lo lleva sin reservas.

         Caminos, senderos, sendas,
Todos me llevan hacia ella.
Que lleva el oro en el pelo
Y en sus ojos las estrellas.

 

 

 




CAMINO


         Camino siempre camino

Camino sin terminar,
Senda de amor y recuerdos.
No se si lo anduve cierto
O lo recorrí durmiendo

Camino de nueve lunas
Todas de espaldas severas
Con un terminal de cuento
Redondo como un espejo

         Camino de sol y arena
Que me llevaba a San Pedro
Pueblito de casas viejas
E Iglesia  sin firmamento

         Camino sin riel ni aceras
Corrías a calles de acceso.
Y una escuelita de pobres
En que estaba sin quererlo

         Que bella era la maestra
Con ojos de azul romero
Cintura de colibrí
Muslos de templado acero

Banquitos de raulí
Pizarra  de roble chileno
Tiza para escribir el nombre
De Carmela y Sara luego.

         Camino sin repetir
El mismo para el regreso
A las casas de la hacienda
Monótonos como un rezo

Camino de piedras y sombras
Tú quieres llevarme lejos
Al pueblo de santa Juana
Lleno de percal  recuerdos

         Hoy tienes en tus pasos
Dedos de duro cemento
Ni lagartijas vestidas de verde
Hoy no se  anidan en tu pecho.


         Sólo vivencias de ayer
Se agitan, como un recuerdo.
Camino, camino cerca,
Camino, camino lejos

         Si sabes donde ella vive,
Dilo en oscuro silencio.
Camino, camino largo,
El ayer es tu secreto.

Manuel Valdés

Concepción Octubre de 2001.


A   SUS    OJOS.

         Eran  dos ojos azules,
Lagunas de un cielo basto
Flores sencillas del pasto
Que crecía  en las praderas.

         Los  que venían de afuera preguntaban,
Presurosos ¿dónde llovieron estrellas?
En un cielo blanco claro
 Con dos centellas por ojos,

Donde el sabor del hinojo
 Se cristaliza en sus labios.
Tal vez en beso sabio,
Me dé  un poco de su amor.

         El  rojo era su color remedo
 De los copihues, suaves húmedos,
  No exiges,  Gime capullos en flor.

 ¿De donde salió el color
 De sus mejillas rosadas?
Talvez  del verso moderno
 De algún joven trovador.


QUE  PENA  NEGRA QUE SIÈNTO

         Que pena negra que siento

Porque no encuentro su alcoba
Su alcoba de ventanas blancas
Y alfombras que ya se asoman

         Que pena negra que siento
Porque el viento helado


Sopla adormeciendo mis dedos
Que escondo bajo las ropas.

         El patio duerme su siesta
Con los juncos que lo aroman
Niños despiertos preguntan
 Cuando se sirve la sopa.

         Los gatos zumban cariño,
Restregándose las colas.
A lo lejos ruge el mar
Embravecido en sus olas.

Un camino de azafrán lleva
 Ala ciudad que llora
Porque una niebla confusa
A su arquitectura asombra.

         ¿Adonde se fue tu amor?
Por caminos sin oriente,
Amor de tiempo y caminos
Fruto de sabor viviente.

         ¿Porqué  te fuiste esa tarde
Con tu pelo suelto al viento,
Con nostalgias del cariño,
Sin saber, como era aquello,

         El niño de las nostalgias,
Me golpea en el recuerdo,
Nostalgia de tus piernas largas,
Y los montes de tu pecho.

         Lo nuestro no pudo ser,
Muchacha de la mañana,
  Porque designios más altos
Quiso que eso no pasara.



Manuel Valdés. Concepción  Marzo 2002


MI PENA ES NEGRA Y AMARGA.

         Porqué sufro mi pena

 Tan amarga y tan larga

Si ya sabes caminante
 Que ella se fue sin siquiera
 Volver la frente.

Que sus ojos ovalados
 Se extienden  allá  muy lejos,
 Más allá de las montañas,
 Los trigales y la hiedra.

         Pero yo no sé que hacer
¿Escribirle un verso largo?
Que habla de amor y de besos
Y caricias y de los nardos.

         Tal vez todo sea inútil, 
Pues ella se marchó  lejos,
Tras caminos no olvidados
Y los  ojos de un muchacho.

Jamás  nunca ya me ría
 De la lucha de los sapos
 O los besos que la luna
 Le dé  a la flor del durazno.

         Estaré  triste esta noche,
 Cuando el insomnio  me ataque
Despejando incoherencias
 Sobre el amor de la  ingrata.

         Más  las estrellas se ocultan
 Apresadas por el Alba,
Como  despejo este sueño,
 Si el amor me atrapó  hondo
 Y cual felino salvaje me dejó
 El alma en escombros.

Manuel Valdés Solar

 Concepción  Marzo de 1994


MI  PENA  NEGRA  NO  PASA.

Que pena tan extendida y negra,
Como la tinta, surca mis venas sin lunas
Y hasta el corazón me llega.

         Quisiera tener la lágrima exacta
 Como la tarde que humedezca mis ojos tristes
 Y a mi alma que está reseca
 Y que muere día a día, sin un ángel de reserva.

¿Porqué la niña se fue hacia
 El horizonte tan lejos,
Sin voces de duendes buenos
 Ni tapizados de malva?

Desmayada la esperanza
 De encontrarla entre los pinos
 O en la laguna cercana,
 Se pone agria de ortigas
 Y no puedo despertarla,

A donde irá la bella
 Con su pelo despeinado,
Con sus pies sin perfiles
Buscando otros ojos negros
 y que mejor la retraten,

Y  yo la seguiré buscando,
Extraño en mi propio pueblo
 Y lleno de zarzamoras
 Mi corazón  tan sin calma.

Manuel Valdés Solar
 Concepción, Marzo de 1994.

LA  PRIMAVERA  YA  LLEGA

         La  primavera se va,
La primavera se queda
Octubre en su delantal
Muy prendidita la lleva.

         Los pétalos blancos suaves
Del naranjo y el ciruelo,
Dicen que ellos se anticipan
A decir que llegue luego.

         Las margaritas han tejido,
Un blanco cerco en el suelo,
La primavera lo pasa
 Con octubre como suegro.

         Septiembre y los volantines,
Se fueron sin proponérselo,
La primavera se acusa,
 De ser cómplice del viento.

         Las abejas liban miel
Con sus dedos y su aliento,
La cera cubre las celdas
Como un buen departamento,

         Casa de siete ventanas,
Con patio, jardín y huertos
La primavera le puso trenzas
Al árbol y al suelo.

         La primavera despide
 A septiembre, Con un beso,
 Octubre le ha prometido
 Sol y calor verdaderos.

         El toronjil en el patio,
Espera su descubierto,
 Pues  cura penas y males
 Con su amargor de desierto,

Celeste en sus verdes ramas
Luce la flor del romero
Bandera de penitencia
De humildes y poetas luego

         Primavera, primavera,
Seductora cual un beso,
Octubre te tiene todos
Septiembre sólo el comienzo.

         Con sol en ramas y flores
Octubre es tu compañero,
Diez meses se lleva
Octubre al verano prometido,
Con pasos  de adelantado
 Todo el calor, Como un fuego.

         Primavera, primavera,
 Novia del sol y del fuego,
Camino de ríos y mares,
 Tu brazo es azul aliento

         Desnudas como la brisa,
Bellas mujeres, buscando
 El nexo de mar y ríos
Para bañar sus encantos.

         Primavera, primavera,
 Tu voz de mujer hermosa,
 Está llamando al verano.

         Un sol de color redondo,
 Lleva a octubre de la mano
 La primavera se ha puesto un traje
 Color marengo, con cintura ajustado
 Octubre le puso luego un anuillo
 De  oropel en el dedo de milagro.

         Primavera,  primavera
 Quítame esta pena negra
Que tengo en el brazo izquierdo.

Y dile a ella que venga
 Trayendo risas despiertas
En sus dormidos cabellos.

Manuel  Valdés Solar.

Concepción  octubre de 2001.




A  LA  QUE HE QUERIDO


Sale a encontrarme mi amor

Que vengo de la guerra
Cierra las puertas, mi amor
Que no queden entreabiertas,
Puede colarse un zagal,
Con un puñal y una adelfa.

         Mi niña, entreabre la puerta
Que vienen  dos niñas ciegas,
A buscar la luz del sol
 Y también de las estrellas.
  tienes las de la luna.
 Si quieres, dásela a ellas.

         Luz de luna, luz de luna,
Bailemos en las estrellas de Orión
Soltemos a venus  que la cruz del Sur se pierda.
Panderetas de oropel golpeaban
 Las niñas bellas sones de torres perdidas,
Subían a las estrellas o cualquiera
 De los astros que brillan con luz de cera.

         Un Palacio de alquitrán
Para el jinete que llega,
 Con una princesa al anca
 y mucha plata en las riendas.
Dame tu mano de luna
 Dice el joven a la bella,
 La adornaré  con anillos,
Cuajadas de finas piedras,
Que  sacaré  de la arena,
Tan pura como la pena,
Amatistas, esmeraldas, rubíes
Y piedras buenas,
Todas  serán pero que me hunde,
 Antes que naufrague en ti niña
Que tienes todo lo bello,
Guía  tu mano y la mía
Hasta el bosque de maraña,
Donde palpita tu sexo.
Tu  sexo que exorciza  a las vírgenes del sol.
 Que  importa si lo fuiste
 O no lo fuiste nunca
 Yo ya te encontré  primero,
  En las olas del amor.
         Naufragamos  muy juntos
 Mi muchachita de lino,
No hubo caminos largos por el cual nos conocimos.
Cacemos en la hierba mariposas azules
 Para prenderlas juntas a tu irreal cabecita.
                   Que importa que la gente murmure siga y diga,
De que fuimos amantes malditos de la higuera.
         Que si dimos o no frutos,
 A ellos  que les importa,
El  proyectarse en el agua
 Le sucede a las parejas.
         Tu dedo breve y leve puro silencio
 Triste a mis labios blasfemos
 Que dijeron te quiero
 Más que a todos los santos
 De las cortes celestiales
 Y tus labios muy rojos serían mi Evangelio.

         Te colgaré collares de color infinito
De rojo, verde, amarillo
Y también color de vino
Te  embarcaré en un barco,
 De madera y de néctar
 Para pasearte libre por los mares Australes.

         Te quiero siempre viva,
 Constante e  incansable,
 Dejándote amar justo cuando tu lo deseabas.
No  apartes a mis secos labios,
 Que desean beberte el zumo de la vida
 En blancos senos de mármol.
         Arrincona mi vida, hasta el rincón bendito
 De tu Monte de Venus,  como el trigo dorado
 Y déjame morirme sobre tu vello rubio,
 En  el rincón inerme que tú me has reservado.

Déjame dormirme un poco,
 Para  despertarme luego
Como un tigre de fuego de amor renovado,
Deja prenderte un cirio en tus breves caderas,
 Para  que se eternice para siempre el milagro.
         No llores si te dicen que tal vez  yo no vuelva,
 Volveré  reclinado en el tiempo largo
 De la espiga y de la adelfa.

         Cien cadenas nos unen el uno junto al otro
Ocho recodos  vivos nos muerden como los labios.
         Besémonos y un beso,
 Selle el eterno compromiso
 De nunca separarnos aunque ya pasen los años


Manuel Valdés Solar 
Diciembre 1989.


ANÓNIMO.

Quien  está fregando el cobre,
Para construir una pizarra
En que queden imborrables,
El nombre de alguna Bella
Y que amo en silencio y dolor.

         Los picaflores  volaban
 Con sus alas de oro y fuego,
Diciendo que dirán a la Bella,
 El nombre de la inalcanzable
 Y sólo Dios lo sabía.

         Agónica de plata y luna,
Cabelleras castañas,
Flotan en la noche temblando.
El cristal de las ventanas
 No retrataba los ojos,

Faroles tibios, donde no cabe el enojo
Y el oro se desparrama por los altos corredores,
Es que pasaron dos rubias y una morena
De cristal que les llevaba ventaja.

         Un  olor de vino y ámbar,
Viene  de un vaso escarlata
 Y los cuchillos plateados,
Cortaban la carne blanda.

Cena amorosa y unida,
Jesucristo nunca falta en
 Las familias cristianas
Y bendiciones de incienso,
Vuelan en cañas mojadas.

         En media noche el insomnio,
Despierta mi fiebre malva,
Y en las ventanas yo veo,
Un cuerpo joven
 Tranquila flor no cortada

         Si llorara al pie del monte
Y en jeroglíficos de arena,
Descifrara su nombre
Corto, o largo, como adarga.

Pero busco, busco y busco
Y el corazón  se me inflama,
Con fuegos de rabia roja,
O lágrimas de esmeralda.

         Porque pasó una mañana
En que mi sino no estaba,
Y sólo vi su figura en horizontes
 Tan lejos que me pareció un fantasma,
Fantasma de miel y luna,
Como pudiera acercarla
 Y regalarle un clavel que prendiera
 En  su blusa que dos colinas retrata.

         Si  pudiera ver sus ojos,
Mi mente la retratara y prendiera esas dos luces,
Como  imagen  de una santa.

         Pero es inútil mi busca,
Pues ella debe estar, lejos, muy lejos,
 Más allá de las praderas
Y de las altas montañas,
En paraísos de trigo
 Con el perfume de la albaca.


Manuel Valdés Solar

Concepción Marzo de 1994.


LA  NIÑA  BUSCA   A  SU  AMADO


Ruidos de mar y olas
Y el cielo estaba tranquilo.
La niña tejía  ovillos
De enredaderas bordados

Yo me muero, mi Dios,
 Por los ojos de un muchacho,
Moreno de tez ceñida,
Dice llorosa la niña,
Sobre las hierbas tendida.

         Sobre los pastos nos amamos
 Y pondré como testigo
 A una luna almidonada
 Y a un astro rojo y sencillo.

         Fantasías florecían
 Sobre sauces del camino,
La niña camina abstracta,
Pálida como un crucifijo
 Y golpeaba los senderos
 Con un junco amarillo.
         Las  brisas  besan despacio
 Los ojos húmedos y tristes de la niña
Y van  peinando en rumores
 Su pelo muy largo y liso.

         Encontraré  algún día
 Al que se fue a la deriva,
Que la Virgen me proteja,
Dice la niña contrita,
Y se marchó directa
 A escuchar la Santa Misa

Manuel Valdés Solar
Concepción, Marzo de 1994.

A  QUIENES  VOLVERAN   MAÑANA.

Anda garbosa y continua,
Sombreada por las estrellas
 Que por ser ella más bella,
A la galaxia  la llevan.

         Luna  piadosa, no olvidas,
 A los pobres afligidos
 Por un sentimiento negro
 De saberse  reprimidos,

         Cortas toronjas de oro,
Y las vas tirando al río
Que muy orgulloso las lleva
Hasta ponerse amarillo

         Bajo las ramas, el aromo pregunta,
A una niña rubia ¿Por qué quieres competir
   con mis áureas flores que asoman?
Si mis ganchos fueran brazos
 Te estrecharía  completa,
Para conseguir el oro,
Que Dios me dio sin aroma.

         Toma  mis manos de palma,
Dice una niña morena, a las arenas del río
Y el río se puso turbio, de alegría y de sorpresa.

         El naranjo, también  tiene
 Aureolas de oro dulce como azúcar
 Y otras verdes muy ácidas,
Como el llanto de un poeta.

         El día se fue tranquilo,
Para  no dejar dispersas a niñas,
Que desnudas se bañaban protegidas por crenchas.
Ven  a darme un beso,  morena de luz de luna,
Dice  La hermosa Venus, al rojo sol que se aleja.

         Un joven lanza su queja de amor
No correspondido, al viento que sin oídos,
No lo consuela y lo deja.
Quien pudiera levantarte como bandera,
Dice un rebelde muchacho,
Y tremolarla a los aires,

Como insignia de castaño oscuro o claro
 Que importa y que nos diga
Avanza siempre  y que nadie te detenga
 Y un ángel de galilea más allá  de Palestina,
Trazó  una cruz en cielo,
 Diciendo que ellas ya vuelvan


Manuel  Valdés Solar

Concepción  Marzo de 1994.




EL   CORAZÓN  DE   UNA   BELLA.


         En  una lugar precisado

 De Lomas San Andrés

Vive  un ángel de piel luminada,
Ojos grises,  suaves rayos
 Y pelo castaño claro,
Bandera de cielo y luz.

         Además de ser más bella,
Que todas las Diosas griegas,
Tiene un corazón de miel.
Su boca, que besa el viento
 Y es tan roja cual cereza,
Se abre siempre con presteza,
Para el consejo piadoso,

El alivio generoso de sus manos,
Albas palomas, azucenas tibias olas,
 Para calmar la tristeza
 Del que en silencio y sin quejas,
 Sufre el dolor encubierto
 Y con pasos muy inciertos.


Llega  a la puerta de tu huerto,
Donde  tu milagro
Pondrás un lirio  en su herida
 Que sangra con la esperanza
 Que entre azucena y sonrisa
 Ponga un alivio a su mal.

         Virgen de ojos ovalados,
Santa de blanco vestido.
 Morena de maravilla,
Ramo de claveles vivos.


         Como tus manos de dalia,
Con dedos de leal lucero,
Pusieron azul alivio,
 A mi dolor sin consuelo.


         Manuel  Valdés Solar
 Concepción  Marzo de 1994.

LA MUCHACHA  BUSCA   AMOR


Jazmines  blancos de albaca,
Sepultaban los caminos
La muchacha levantaba
 Su delantal de fino lino.

Desde las charcas los sapos
 Soñaban su grave ritmo.
Maizales trajinados sus
 Mazorcas amarillas
Muestran a la caminante
De mil oros su destino

         Caminar y caminar,
Buscando dos ojos negros,
De un muchacho en retirada
 Deslizándose en el río,

Más nunca lo alcanzará
Pues la corriente volaba
 Con mocasines del pino.

         La luna rielaba luces
 Disimuladas al abismo
Y  para consolar a la bella
 Le cuchichiaba al cielo,

Yo también quedé muy sola
Desprotegida y con frío,
Cuando el hacedor me puso
 Como satélite triste
 De enamorados dormidos.

Ya encontrarás al muchacho
 De ojos negros y pelo fino
 Tras montañas almenadas
 Con arreboles de aromo
 Con tarjetas de amarillo.

Manuel Valdés Solar

Concepción Marzo 1994.

A  ALGUEN QUE QUISE AYER

Sale a encontrarme mi amor que vengo desde la guerra,
 Cierra  las puertas, mi amor que no quede entre abiertas
  Puede colarse  un zagal, con un puñal y una adelfa.
         Mi niña,  entreabre la puerta que vienen dos niñas ciegas,
 A buscar  la luz del sol y también de las estrella.
  tienes luz de la luna, si quieres, dásela a ellas.
         Perfiles de cobre tienen las mujeres de la aldea.
 Un muchacho  las pintaba después  para venderlas.
 No vendan niñas de luna vende sólo  madreselvas,
 Dice la luna al zagal,  que la escuchaba sin verla.
 Corta gavillas de trigo y se las entregas a ella así  podrán resarcirse de la luz de estrellas,  dijo el joven a la venda,  cayó  de las niñas ciegas.
         Luz  de luna, luz de luna, bailemos en las estrellas de orión soltemos a Venus que la cruz del Sur  se pierda. Panderetas de oropel golpeaban las niñas bellas sones de torres perdidas,  subían a las estrellas o cualquiera de los astros que brillan con luz de cera. Un  palacio de alquitrán para el jinete que llega,  con una princesa al anca y mucha plata en las riendas. Dame  tu mano  de luna dice el joven a la bella,  la adornaré  con anillos,  cuajadas de finas piedra, que sacaré  de la arena,  tan pura como la pena amatistas, esmeraldas , rubíes y  piedras buenas, todas  serán pero que me hunde,  antes que naufrague en ti niña que tienes todo lo bello,  guía  tu mano y la mía  hasta el bosque de maraña, donde  palpita tu sexo.
         Tu sexo  que exorciza a las vírgenes del sol. Que importa si lo fuiste o no lo fuiste nunca yo ya te encontré primero, en las olas del amor.  Naufragamos muy juntos mi muchachita de lino, no hubo caminos largos por el cual nos conocimos. Cacemos en la hierba mariposas azules para prenderlas juntos a tu irreal cabecita. Que importa que la gente murmure siga y diga, de que fuimos amantes malditos de la higuera que si dimos o no frutos,  a ellos que les importa, el proyectarse  en el agua le sucede a las parejas.
         Tu dedo breve y leve puro silencio triste a mis labios blasfemos que dijeron te quiero más que a todos los santos de las cortes celestiales y tus labios  muy rojos serían mi Evangelio. Te colgaré collares de color infinito,  de rojo, verde, amarillo y también color de vino. Te embarcaré en un barco, de madera y de néctar para pasearte libre por los mares Australes.
         Te quiero siempre viva, constante e incansable,  dejándote amar justo cuando tú lo deseaba. No apartes a mis secos labios,  que desean beberte el zumo de la vida en blancos senos de mármol. Arrincona mi vida,  hasta el rincón bendito de tu monte de Venus, como el trigo dorado y déjame morirme sobre tu vello rubio, en el rincón inerte que tú  me has reservado. Déjame  dormirme un poco, para despertarme luego como un tigre de fuego de amor renovado. Deja prenderte un cirio en tus breves caderas, para que se eternice para siempre el milagro. No llores si te dicen que tal vez yo no vuelva,  volveré reclinado en el tiempo  largo de la espiga y de la adelfa.
         Cien cadenas nos unen el uno junta al otro. Ochos recodos vivos nos muerden como los labios.
         Besémonos  y un beso, selle el eterno compromiso de nunca separarnos aunque ya pasen los años.

Manuel Valdés Solar
Diciembre 1989

CONOCÍ A UNA NIÑA RUBIA

Fue una noche de noviembre, tibia como leche blanca.
Amigos disparatados, lleváronme a conocerla.
 Yo reticente dudaba de ganar una esperanza.
Una luna almidonada, a decidir no ayudaba.
 Más  los dados del destino estaban al aire echados
 Hilillos de luz difusa el satélite enviaba.
 Astro triste no entendía  que la libertad se escapa. 
 La ciudad tinta,  del sur,  quería  vivir postrera,
 Llena de risas lejanas,  palomas de volar tanto los techos alborotaban.
 La calle  larga, muy larga, a San Martín recordaba. 
Embajador de la noche, un viento suave soplaba.
 Las estrellas picarescas, azul secreto,  anunciaban quítame este miedo necio, de perder la libertad,
 ¡Virgen  de las manos albas!
         Una  licencia sin ramas, es facultad que no capta.
 Atarse a rubias cadenas es preferible a la farsa.
         Yo  era un corcel sin sus riendas,
Ni estribos de temperancia.
 Muchacho de nebulosa, sin conocer el amor, erraba de boca en boca de hembras nubladas y sin alma.
 Mi insomnio,  de soledad, guardaba como una espada.
         Eran las once de la noche.
 Los relojes lo anunciaban, cinco relojes en las torres,
 Cinco relojes que enseñan, cinco ventanas imantadas.
 Agujas de tiempo verde, una esperanza anunciaban.
 Rubia de las lunas blancas,
 Mil promesas señalaban con su silencio de larvas.
         Por fin se abrió  aquella puerta,
 Que una belleza guardaba y apareciose una reina,
 Seria  en su estampa dorada.
 Princesa de rubio trigo,  con rayos de un sol. 
Que cómplice, el horizonte ocultaba.
         Su cabeza de oro fino, era altiva soberana
Sus ojos de azul intenso,  lagos de añil que embriagaban.
Borrachos  de azul mis sueños quise beber de esas  aguas.
Su boca cerezas libias, rojo que al amor llamaban.

                   Su cuerpo estatua labrada, con cinceles de azul piedra,  que un artífice de almendras, con mucho esmero tallara.
         Cintura de nebulosa, reducida cual la malva, cintillo de Cartagena, estrechando cual torera, en ruedos,  de ansia afilada caderas amplias que enmarcan Virgen de las moreras.
         Sus senos  lúbricas copas, vasos de almendra abundante, un vaho suave despiden.
         Hogueras de azahar blanco que perfuman la embriaguez, de vinos tibios, de reservas recordadas.
         Su talle, rama de mimbre, bestia una talar falda larga, hasta los pies ajustada vestido de moaré blanco, con mangas de siemprevivas, festines de manos largas.
Sus  pies de zapatos blancos el ángel  de los jardines, con pebeteros de plata,  incienso,  a su paso ¡Arcángel de aljibe verde`¡ Aromas de las iglesias,  simulaban el milagro. Su  enagua  no concebida dormía  sin tener grillos.
El cuchillo de la luna,  cortaba filoso y frío las copas de los espinos.
 Conversamos un momento, nos retiraos ligeros.
Un viento de malvaloca,  soplaba en susurros finos.
Los gallos de la veletas cantan canciones de hierro,  escaparates sin vidrios, semejantes a la  espuelas, que se entierran en los ijares del tiempo, redondo, como un ovillo, el lucero de la tarde, va de paso a las estrellas, como  un ovillo.
El lucero de la tarde, va de paso a las estrellas, como un ebrio, que señala  el fin de siete caminos.
         Me  porté como quien fui, generoso como el vino.
La invite a cenar almejas, con ostras de pergamino.
Regadas, con néctar blanco, en vasos de estaño fino.
No le regalé  un anillo,  pues no había compromiso.
 Ni orzas de plata antigua porque. En monedas duras, falta el calor amarillo.
         Solo le hice un poema,  de versos claros sencillos, con  estrofas capitales y rimas de verde filo.
         Ya la aurora se anunciaba, con luces de lentejuelas, rosadas, de un sol viejo aluminio.
Que empina su rostro antiguo por encima de los pinos
         Ebrio de emociones nuevas, caminaba como un niño,  con pasos de adelantado zigzagueando mi camino.
         Ella partió a la pensión, yo a la casa  del camino,  bordeada de un rio alegre y silvestres flor de espinos.
         En mi lecho de plumones, el sueño venir no quiso, un insomnio, azul y rojo, anticipaba un cariño. 
A mi lecho solitario,  once gatos ya llegaron,  vestidos de armiño blanco y pelaje de platino.
 Con ojos, de azul romero,  abiertos como el cariño. Sus cuatro uñas de acero, amasaban mis cobijas, con un zumbido de abejas,  que buscaban su camino.
Y  allá lejos en los potreros, con verdores de destino
En las acequias de cieno, un croar  de ranas verdes, poetas de vientre blanco, con versos de  cortesanas,  enlutaban al canelo, vigilante de la tarde, machitún de pardos lirios.
Con vestidos atrasados, del sur, moreno destino.
         Los juncos  de las orillas, sus pétalos de hojalatas, desnudan  sin compromiso,  su perfume suda nubes, de almizcle de los martillos.
El trébol de los potreros,  rosado vence a la alfalfa, con desprecios de amarillo.
         Su alfombra de verde suave, anuncia que en tiempo leve,  servirá  de lecho suave, para que duerma la bella, por sátiros  despertada y traviesos duendecillos, de doce barcos, preñados de leal cariño,
         Los pinos de las ladera,  agujas de verde filo, ya hacia el monte apuntaban, diciendo, ramas y troncos, a mi sombra que no seca,  pon tu rubia cabellera, para que lote en el viento y se adormezca en el vino.
Muchacha  de las almendras,  con tus hebras de oro fino. Perfume de rubio almizcle, nube de acento divino.
         El verso ya se ha estirado, como hojas del tomillo. Y a terminarlo me dicen,  las agujas del reloj.  Aceitunas sin sabor,  del color de los limones, con mangos en los oídos.
         Conocí a una niña rubia y el amor se me prendió,  a sus cabellos dorados y a sus ojos de azul cielo,  estrellas de mi destino.
        
 Manuel Valdés
Esperanza abril de 1959



ELLA NUNCA ESTUVO ALLI.

Ella nunca estuvo allí.
Sino en las puertas del cielo,
Todo el oro de su pelo 
Era poco para mí

Madrugada que era entonces
Ocasión  de ver su pelo
Remota  esperanza aquella
De poder mirarla entera.

Las mil espigas del trigo
Semblanza de sus cabellos
Que el río  lleva en su sello
De mil corrientes dormidas

Espigas de curvas vivas
Su cuerpo  de tierra y hojas
Suave delgadez del hilo
Del  cuchillo el noble filo.

Paisaje  de luna y río
Arroyo que canta al viento
Canciones  de rumor y espera
Que nadie iguala en acentos

Ella  nunca estuvo allí
Ni en las sombrías distancias
Inmensas cual la penumbra.
 De las  incontables ansias


QUERER SIEMPRE QUERER

         Querer siempre querer
Sin esperar casi nada, de la musa
Que los versos la transformaron en hada
Quiso la mente dejada
Que yo te llamara estrella
Porque no hay nadie tan bella
Como tu, ya la esperada

Que se hizo del cariño
Que yo creía tener?
Y se marcho en el ayer
Ya sin dar la despedida

Del poeta que en un día
Ya quería retener.
Más tu encanto de mujer
En cada día se iba

Y se cumpla la dice iba.
Que es muy difícil querer
Tan  pronto llegue el ayer
Yo escribiré un poema

 Que sea todo el emblema
De ti encantadora niña
Si  también tú te resignas
También dejarte querer.

Febrero del 2005 Manuel Valdés