Portada biografías parlamentarias > Manuel Valdés
Manuel Valdés Solar - Diputado
Nació en Arica el 26 de octubre
de 1919, hijo de Eduardo Guillermo Valdés Gaymer y de Sofía Solar Matamala.
Casado en San Pedro el 24 de diciembre de 1971 con Ana Magdalena Sepúlveda Sayers.
Estudió en Seminario de Concepción. Universidad de Concepción. Titulado de Abogado.
Su profesión y la agricultura. También escritor y poeta.
Diputado por Concepción, Tomé, Talcahuano, Coronel, Yumbel, 1953-1957; 1957; 1961; 1965-1969.
Militante del partido Nacional; Democracia Cristiana
Casado en San Pedro el 24 de diciembre de 1971 con Ana Magdalena Sepúlveda Sayers.
Estudió en Seminario de Concepción. Universidad de Concepción. Titulado de Abogado.
Su profesión y la agricultura. También escritor y poeta.
Diputado por Concepción, Tomé, Talcahuano, Coronel, Yumbel, 1953-1957; 1957; 1961; 1965-1969.
Militante del partido Nacional; Democracia Cristiana
P O E S I A S DE
M
A N U E L V A L D E S S O L A R.
Ex Parlamentario de la República
Periodos
desde 1953 hasta 1969.
Poemas
dedicados a su esposa
Concepción Abril 2007.
POESIAS DE MANUEL VALDÉS
AUN LA SIGO QUERIENDO
Aún la sigo queriendo,
O tal vez la quiero más,
Sus
ojos los trajo el viento
y no me dejaron mirar.
Si
la pudiera besar,
Cual
cincuenta años atrás.
La
vida tendría
Más razones para rezar.
Caminar y caminar,
Buscando un cariño bueno,
Que
sólo encontré,
En el seno de esta bendita mujer.
Ya no soy, como era ayer,
Valiente, indomable, osado
Sólo
me quedan los versos,
Para cantar a un querer.
De amor no supe jamás,
Antes de mirar sus ojos
Y
aún la sigo queriendo,
O tal vez la quiero más.
Concepción
2002
COSAS QUE EL
VIENTO DICE.
El viento vino en la tarde,
Con su vestido de niebla
Niebla
de siete mañanas,
Que el me da
y en sus rayos quiebra.
El
viento silva y se ríe,
Sobre la rama y la hierba
Risa
que repite el agua,
Cuando su cause se enhebra
Viento
dime,
Sí, ella tiene los ojos de color cielo
O
si hay verano y mucho oro,
En las hebras de su pelo.
Viento,
ella viene y se va,
En la flor de la mañana,
Dile
que nunca se vaya,
Con la tarde que es hermosa.
Manuel
Valdés.
Concepción
2002
MI MUCHACHA
SALVAJE.
Mi
muchacha salvaje,
Hemos tenido que recobrar el tiempo.
Y
marchar hacia atrás en la distancia,
De nuestras vidas beso a beso.
Te
hecho daño, niña mía,
He desgarrado tu alma.
Entiéndeme.
Todos sabían quién yo era, pero ese,
Fue además un hombre para mí
Hay
nuestro amor fue una cuerda dura
Que
nos amarraba hiriéndonos
Que
nos condenaba a desangrarnos
Y quemarnos juntos.
Que
tienes, que tenemos, que nos pasa?
Hemos cambiado mil veces,
Entre nosotros la muerte y la vida,
Todo
lo que teníamos lo hemos echado a rodar
Al fondo del olvido.
Todo lo que aprendimos no nos sirvió de
nada,
Comenzamos
de nuevo,
Terminamos de nuevo
Muerte y vida, amor y odio,
Y
así sobrevivimos año tras año.
Recuerdas cuando un día llegaste por el largo camino
Que
bordeaba aquel río que un tiempo fue tuyo?
Allí
estaba el viento de la tarde,
Contento
de mirarte, al principio no te vi,
No
supe que ibas caminando conmigo
Asta que tus grandes ojos horadaron mi pecho
Y mi corazón de pronto se pobló de
sonidos y risas,
Habitaste la casa, que te esperaba oscura,
Y
encendiste las lámparas de mi amor y mi dicha,
Entonces, recuerdas, amor mío,
Nuestros
primeros pasos en las Islas?
En ellas apretamos el dulce amor de estío
El fuego del verano vio crecer nuestros besos
y todas las cosas susurraron nuestro amor,
Las
islas, las arenas, la corriente del río,
Dijeron nuestros nombres
Y ese amor que crecía en el agua.
ROMANCE A LA NIÑA
RUBIA.
Oro fundido en mil hebras
Blanco,
blanco de azahar,
Camina
la niña rubia
Camina
junto a la mar.
Un romance de aguas verdes
Canta rojo en coral,
Cual
tijera de albo filo
La
gaviota corta a la mar.
El recuerdo del marino
Que
fue a la mar
Ha
prendido en sus pestañas
Una lagrima de sal.
Sus pies, de hada del viento,
Van
dejando en las orillas
Huellas de arena y de sal.
Y
las olas que le dicen
Que
su amor no volverá.
Rubia
la niña en su pena
Camina
junto a la mar.
ANDAR
Y ANDAR LOS CAMINOS.
Andar y andar los caminos
Buscando senderos nuevos,
El cariño en una mano
y el amor
dentro del pecho.
Sin
indicios ni señales,
En las rutas del encuentro,
Sólo unos ojos muy grandes
Azules cual el lucero.
Pregunto
y me digo sólo
Cual camino será el nuestro?
Y el viento sólo me dice
El que viva en tu recuerdo.
Camino
y camino siempre,
Con el corazón en celo,
Sin cansancio y sin olvido,
Buscando y buscando siempre,
El azul siempre lejano
De aquellos ojos de cielo
Pregunto
a las siemprevivas,
Que humildes están sonriendo,
Si el camino de esos ojos
Es el que estoy recorriendo.
Las flores nada me dicen,
Ni tampoco dice el viento,
Las nubes pasan y pasan,
Llenas de
lluvia y silencio
Donde iré buscando siempre,
Los ojos de color cielo.
Mil caminos, me señalan
Distintos destinos bellos,
Pero ninguno que tenga,
Los ojos de color cielo.
Los pastos de
los potreros,
Que están en verde durmiendo,
En oleaje de hojas y tallos.
También juntan sentimientos.
El alto
tallo de la alfalfa
Y el trébol de cuatro tientos.
Que dicen que trae suerte,
Me dice en el horizonte,
He visto claro un reflejo,
Será que se
están durmiendo
Los ojos de color cielo?
Andar
y andar los caminos
Llegar cerca o irse lejos,
El amor dentro del pecho,
O prendido en el recuerdo.
La
primavera se acerca
El ciruelo ya lo ha hecho
Mostrando blancos botones
Que alegran el patio entero.
Las
ventanas se han abierto
Llevando la luz adentro
Y una cortina celeste
Cubren todos los rincones,
Los ojos de color cielo
A SUS OJOS
Eran dos ojos azules,
Laguna
de un cielo basto,
Flores
sencillas del pasto
Que
crecía en las praderas.
Los que venían de afuera preguntaban
Presurosos,¿dónde
llovieron estrellas?
En
un cielo blanco claro
Con
dos centellas por ojos
Donde el sabor del hinojo
Se
cristaliza en sus labios.
Talvez en beso sabio
Me
de un poco de su amor.
El
rojo era su color
Remedo
de los copihues
Suaves,
húmedos, no exiges,
Sino
capullos en flor.
¿De donde salía el color
De sus mejilla rosadas?
Tal
vez de un verso moderno
De
algún joven trovador.
A ELLA.
La de los ojos azules
Y
de los cabellos rubios,
Que
al andar lanzaba efluvios
De doradas primaveras.
El viento viene de afuera
Y
peina su pelo rubio,
Con
soplos que guarda Eolo
En
su garganta de seda.
Su paso marcaba huellas
Pequeñas
cual mariposas
Y
Apolo puso dos rosas rojas,
En
sus labios, con sus flechas amorosas.
Si tú me miras me matas,
Hada
vestida de seda,
Porque tu mirada lleva
Reminiscencias
y venganza
De un río
azul que se muere.
Dile
a la tarde que lleve ventanas,
Nubes doradas que despidan
Hermanadas al claro sol que se aleja
y
a la noche que ya llega.
Tu juvenil cuerpo tiene
Un vellocino de oro
Y
tus muslos extendidos,
Cubiertos de un oropel,
Púas
que guardan la miel
De mil abejas rosadas.
Tu piel suave
y cristalina
Recuerdan en su blancura
Los mármoles de carrara.
Tu aroma es traspasada
Por flores de verde y rojo
Y todo cede a tu antojo
De admirarte y ser amada.
Suelta tu melena
al aire
Para que sea besada
Por
serafines despiertos
Que aguardaban, tu llegada.
Zarzamoras envidiosas de tu belleza
Y piel fina, quieren clavar sus espinas
En
tus carnes olorosas,
Más un
duende te protege
Y las
rechaza y olvida.
Cuatro lunas semis
rojas te despiertan,
Cuando
sueñas y algún día
Serás
dueña de un príncipe de milagro.
Reina,
Princesa, pirata, navegas en el Da nubio.
La
de los ojos azules y de los cabellos rubios.
Concepción
octubre de 1993.
VEN A TENDERME LA MANO
Ven a despertar
mi amor
Que está durmiendo
en la tarde,
Amor, que acuñó la
luna
Y unos ojos de aquelarre.
Ven a tenderme la mano
Que naufrago en aguas verdes,
Verdes lagunas de fuego
Que embriagan al que las bebe.
Ven a
tenderme la mano
Con sus dedos de claveles,
Claveles que apuntan
Cinco pinceles que se conmueven
Ven a
tenderme tus manos
Tus
manos blancas de Marzo
Azucenas
que despiertan
Como banderas de cuarzo.
Ven
a despertar la noche
O a la tarde si te alerta
Dame
tus cabellos largos
O
cortos, como monserga
Ven a despedir la noche
Que
se alarga y no se aleja
Noche
de frutos azules
Redondos
como madejas.
Concepción
enero 2002.
POEMA DEL AMOR IDO
Vino de sexo y caricia
Néctar
de amor que no olvido
Beso
estampado en el hombro
De la muchacha dormida
Cariño sin repetir palabras de despedida,
Amor que lleva la luna
En las pestañas prendida,
La
niña, oraba en la misa
Con fervorosa voz baja
Misa de siete ventanas
Con sacerdotes de paja.
¿Adonde se fue tu amor?
Tu
amor de trigos dorados
Amor
que bebió el tequila
Y
el ron en labios mojados,
Amor a la mexicana
Que también te hubiera dado.
Un rumor sordo de brisas
Te dice que eres bonita
Tu boca frunce en sus besos
Reminiscencias del prisma
.
QUE BOCA, BOCA LA TUYA,
Que dulce, dulce tu
boca
De mieles y yerbas
buenas
Tu mano dejó en el patio
Un clavel y una
camisa,
Tu boca hace pespuntes
En las comisuras lisas.
En
besos largos y muy dulces
Tu lengua está arrepentida
De
no decir la verdad
Al comisario de arriba.
El rojo, rojo de tus labios
Es sangre de las cornisas
Por besarlos un capitán
Perdió su espada en la lisa
En un baile de postín
Ella mueve su cintura
Y el vaivén de sus caderas
Marca solvencias de curvas.
Y
en tu boca se derrama
Un
vaso de leche tibia.
Que
boca, boca la tuya
Sin estar comprometida
Dice palabras tan dulces
Cual abejas de saliva.
Que cristal el de tu risa
Sonoro como un pandero
Alas de Ángeles despiertos
Que se escaparon del cielo.
Concepción noviembre 2001. Manuel Valdés
EL VERANO VA LLEGANDO
Pasó el viento sollozando
Y el verano
dio dos pasos
Con un divino calor
Que bendijeron los
pastos.
Tu boca se abrió
diciendo
Llegó
amarillo el verano,
Tu boca roja copihue
Que no madura en un árbol.
El verano dispara rayos
A los frutos madurando,
Pero a tus rayos celestes
Maduro amor no domado.
El verano da a los pobres
Calor y cariño blanco
Un beso en pobres espaldas
Que
agradecen caminando.
Las hojas colgando verdes
Dan un saludo olivado,
Los árboles tienden brazos
Con dedos de contrabando.
Tu pelo también saluda
Al estío proclamando
Banderas de duro camino
Que el viento abraza llorando.
Tu pelo color verano,
Que Dios tiñó de dorado,
Mítico clavel amarillo
Que
un galán ya lo ha cortado.
Solloza el viento soñando
Que ha de estar enamorado
Del follaje del olivo
Que besa sin pronunciarlo.
Verano, verano ven,
Que
las playas están llenando,
Princesas rubias y morenas
Con cuerpos de aire y cobalto,
Verano ya no te marches
Con el viento de la mano.
Manuel
Valdés.
Concepción
Enero 2002.
SIETE QUE TE QUIERO SIETE.
Siete que te quiero siete
Andar
solo o llevar dentro
El
corazón en un puño
Y el cariño recorriendo.
Siete que te quiero siete,
Te
miro y te veo lejos
Con
mucho amor en tu cuerpo
Y
mucho sol en tu pelo.
Hay un cariño
de verde
Será imagen o será cierto
Un
árbol siembra sus hojas
De
esperanza y de recuerdo.
Y una niña guardadora,
Se quita el oro del pelo
El
agua corre que corre
Lavando
su cuerpo bello,
Más intacto se ha quedado,
Todo el oro de su pelo.
Inestable el viento norte
Besa
hambriento sus cabellos,
Queriendo
llevarse lejos,
La
seda áurea de ese pelo
Siete palabras dio el viento
Y
se durmió en los canelos,
La
niña del pelo rubio
Es princesita sin reino.
Siete que te quiero siete
Para
ganarlo o perderlo
El
quillay en los pantanos,
Guarda
recuerdos de sapos
Un soneto en cada esquina
Guarda
un poeta sin cargo,
Palabras
de siete hilvanes,
Que
forman en verso amargo.
El poeta claroscuro
Busca
besos sin lograrlo
Un
gato color naranjo
Baila rock en los tejados.
El verde jade del agua
Pregunta
al azul corriente.
Si vio a una niña de ensueño,
Con
oro en el pelo y sienes
Siete que te quiero siete
Sendas
y caminos sin piernas,
Alfombras tan naturales,
Para que pase la bella.
Camino de san Fermín
Lleno
de lirios y hortensias
Donde
trajinan doncellas,
Del
aire, sin dejar huellas.
Que sendero sigue el viento
Sin
preguntas ni respuestas,
Sino
el empuje de Eolo,
Que
lo lleva sin reservas.
Caminos, senderos, sendas,
Todos
me llevan hacia ella.
Que
lleva el oro en el pelo
Y
en sus ojos las estrellas.
CAMINO
Camino siempre camino
Camino
sin terminar,
Senda
de amor y recuerdos.
No
se si lo anduve cierto
O
lo recorrí durmiendo
Camino de nueve lunas
Todas
de espaldas severas
Con
un terminal de cuento
Redondo
como un espejo
Camino de sol y arena
Que
me llevaba a San Pedro
Pueblito
de casas viejas
E
Iglesia sin firmamento
Camino sin riel ni aceras
Corrías
a calles de acceso.
Y
una escuelita de pobres
En
que estaba sin quererlo
Que bella era la maestra
Con
ojos de azul romero
Cintura
de colibrí
Muslos
de templado acero
Banquitos de raulí
Pizarra de roble chileno
Tiza
para escribir el nombre
De
Carmela y Sara luego.
Camino sin repetir
El
mismo para el regreso
A
las casas de la hacienda
Monótonos
como un rezo
Camino de piedras y sombras
Tú
quieres llevarme lejos
Al
pueblo de santa Juana
Lleno
de percal recuerdos
Hoy tienes en tus pasos
Dedos
de duro cemento
Ni
lagartijas vestidas de verde
Hoy
no se anidan en tu pecho.
Sólo vivencias de ayer
Se
agitan, como un recuerdo.
Camino,
camino cerca,
Camino,
camino lejos
Si sabes donde ella vive,
Dilo en oscuro silencio.
Camino,
camino largo,
El
ayer es tu secreto.
Manuel
Valdés
Concepción
Octubre de 2001.
A SUS
OJOS.
Eran
dos ojos azules,
Lagunas
de un cielo basto
Flores
sencillas del pasto
Que
crecía en las praderas.
Los
que venían de afuera preguntaban,
Presurosos
¿dónde llovieron estrellas?
En
un cielo blanco claro
Con dos centellas por ojos,
Donde el sabor del hinojo
Se cristaliza en sus labios.
Tal
vez en beso sabio,
Me
dé un poco de su amor.
El
rojo era su color remedo
De los copihues, suaves húmedos,
No exiges,
Gime capullos en flor.
¿De donde salió el color
De sus mejillas rosadas?
Talvez del verso moderno
De algún joven trovador.
QUE PENA
NEGRA QUE SIÈNTO
Que pena negra que siento
Porque
no encuentro su alcoba
Su
alcoba de ventanas blancas
Y
alfombras que ya se asoman
Que pena negra que siento
Porque
el viento helado
Sopla
adormeciendo mis dedos
Que
escondo bajo las ropas.
El patio duerme su siesta
Con
los juncos que lo aroman
Niños
despiertos preguntan
Cuando se sirve la sopa.
Los gatos zumban cariño,
Restregándose
las colas.
A
lo lejos ruge el mar
Embravecido
en sus olas.
Un camino de azafrán lleva
Ala ciudad que llora
Porque
una niebla confusa
A
su arquitectura asombra.
¿Adonde se fue tu amor?
Por
caminos sin oriente,
Amor
de tiempo y caminos
Fruto
de sabor viviente.
¿Porqué
te fuiste esa tarde
Con
tu pelo suelto al viento,
Con
nostalgias del cariño,
Sin
saber, como era aquello,
El niño de las nostalgias,
Me
golpea en el recuerdo,
Nostalgia
de tus piernas largas,
Y
los montes de tu pecho.
Lo nuestro no pudo ser,
Muchacha
de la mañana,
Porque designios más altos
Quiso
que eso no pasara.
Manuel
Valdés. Concepción Marzo 2002
MI
PENA ES NEGRA Y AMARGA.
Porqué sufro mi pena
Tan amarga y tan larga
Si
ya sabes caminante
Que ella se fue sin siquiera
Volver la frente.
Que sus ojos ovalados
Se extienden
allá muy lejos,
Más allá de las montañas,
Los trigales y la hiedra.
Pero yo no sé que hacer
¿Escribirle
un verso largo?
Que
habla de amor y de besos
Y
caricias y de los nardos.
Tal vez todo sea inútil,
Pues
ella se marchó lejos,
Tras
caminos no olvidados
Y
los ojos de un muchacho.
Jamás nunca
ya me ría
De la lucha de los sapos
O los besos que la luna
Le dé a
la flor del durazno.
Estaré
triste esta noche,
Cuando el insomnio me ataque
Despejando
incoherencias
Sobre el amor de la ingrata.
Más
las estrellas se ocultan
Apresadas por el Alba,
Como despejo este sueño,
Si el amor me atrapó hondo
Y cual felino salvaje me dejó
El alma en escombros.
Manuel Valdés Solar
Concepción Marzo de 1994
MI PENA
NEGRA NO PASA.
Que pena tan extendida y negra,
Como
la tinta, surca mis venas sin lunas
Y
hasta el corazón me llega.
Quisiera tener la lágrima exacta
Como la tarde que humedezca mis ojos tristes
Y a mi alma que está reseca
Y que muere día a día, sin un ángel de
reserva.
¿Porqué
la niña se fue hacia
El horizonte tan lejos,
Sin
voces de duendes buenos
Ni tapizados de malva?
Desmayada la esperanza
De encontrarla entre los pinos
O en la laguna cercana,
Se pone agria de ortigas
Y no puedo despertarla,
A donde irá la bella
Con su pelo despeinado,
Con
sus pies sin perfiles
Buscando
otros ojos negros
y que mejor la retraten,
Y yo la
seguiré buscando,
Extraño
en mi propio pueblo
Y lleno de zarzamoras
Mi corazón
tan sin calma.
Manuel
Valdés Solar
Concepción, Marzo de 1994.
LA PRIMAVERA
YA LLEGA
La
primavera se va,
La
primavera se queda
Octubre
en su delantal
Muy
prendidita la lleva.
Los pétalos blancos suaves
Del
naranjo y el ciruelo,
Dicen
que ellos se anticipan
A
decir que llegue luego.
Las margaritas han tejido,
Un
blanco cerco en el suelo,
La
primavera lo pasa
Con octubre como suegro.
Septiembre y los volantines,
Se
fueron sin proponérselo,
La
primavera se acusa,
De ser cómplice del viento.
Las abejas liban miel
Con
sus dedos y su aliento,
La
cera cubre las celdas
Como
un buen departamento,
Casa de siete ventanas,
Con
patio, jardín y huertos
La
primavera le puso trenzas
Al
árbol y al suelo.
La primavera despide
A septiembre, Con un beso,
Octubre le ha prometido
Sol y calor verdaderos.
El toronjil en el patio,
Espera
su descubierto,
Pues
cura penas y males
Con su amargor de desierto,
Celeste en sus verdes ramas
Luce
la flor del romero
Bandera
de penitencia
De
humildes y poetas luego
Primavera, primavera,
Seductora
cual un beso,
Octubre
te tiene todos
Septiembre
sólo el comienzo.
Con sol en ramas y flores
Octubre
es tu compañero,
Diez
meses se lleva
Octubre
al verano prometido,
Con
pasos de adelantado
Todo el calor, Como un fuego.
Primavera, primavera,
Novia del sol y del fuego,
Camino
de ríos y mares,
Tu brazo es azul aliento
Desnudas como la brisa,
Bellas
mujeres, buscando
El nexo de mar y ríos
Para
bañar sus encantos.
Primavera, primavera,
Tu voz de mujer hermosa,
Está llamando al verano.
Un sol de color redondo,
Lleva a octubre de la mano
La primavera se ha puesto un traje
Color marengo, con cintura ajustado
Octubre le puso luego un anuillo
De
oropel en el dedo de milagro.
Primavera, primavera
Quítame esta pena negra
Que
tengo en el brazo izquierdo.
Y
dile a ella que venga
Trayendo risas despiertas
En
sus dormidos cabellos.
Manuel Valdés Solar.
Concepción octubre de 2001.
A LA QUE HE QUERIDO
Sale a encontrarme mi amor
Que vengo de la guerra
Cierra
las puertas, mi amor
Que
no queden entreabiertas,
Puede
colarse un zagal,
Con
un puñal y una adelfa.
Mi niña, entreabre la puerta
Que
vienen dos niñas ciegas,
A
buscar la luz del sol
Y también de las estrellas.
Tú tienes las de la luna.
Si quieres, dásela a ellas.
Luz de luna, luz de luna,
Bailemos
en las estrellas de Orión
Soltemos
a venus que la cruz del Sur se pierda.
Panderetas
de oropel golpeaban
Las niñas bellas sones de torres perdidas,
Subían
a las estrellas o cualquiera
De los astros que brillan con luz de cera.
Un Palacio de alquitrán
Para
el jinete que llega,
Con una princesa al anca
y mucha plata en las riendas.
Dame
tu mano de luna
Dice el joven a la bella,
La adornaré
con anillos,
Cuajadas
de finas piedras,
Que sacaré
de la arena,
Tan
pura como la pena,
Amatistas,
esmeraldas, rubíes
Y
piedras buenas,
Todas serán pero que me hunde,
Antes que naufrague en ti niña
Que
tienes todo lo bello,
Guía tu mano y la mía
Hasta
el bosque de maraña,
Donde
palpita tu sexo.
Tu sexo que exorciza a las vírgenes del sol.
Que
importa si lo fuiste
O no lo fuiste nunca
Yo ya te encontré primero,
En las olas del amor.
Naufragamos muy juntos
Mi muchachita de lino,
No
hubo caminos largos por el cual nos conocimos.
Cacemos
en la hierba mariposas azules
Para prenderlas juntas a tu irreal cabecita.
Que importa que la gente
murmure siga y diga,
De
que fuimos amantes malditos de la higuera.
Que si dimos o no frutos,
A ellos
que les importa,
El proyectarse en el agua
Le sucede a las parejas.
Tu dedo breve y leve puro silencio
Triste a mis labios blasfemos
Que dijeron te quiero
Más que a todos los santos
De las cortes celestiales
Y tus labios muy rojos serían mi Evangelio.
Te colgaré collares de color infinito
De
rojo, verde, amarillo
Y
también color de vino
Te embarcaré en un barco,
De madera y de néctar
Para pasearte libre por los mares Australes.
Te quiero siempre viva,
Constante e
incansable,
Dejándote amar justo cuando tu lo deseabas.
No apartes a mis secos labios,
Que desean beberte el zumo de la vida
En blancos senos de mármol.
Arrincona mi vida, hasta el rincón
bendito
De tu Monte de Venus, como el trigo dorado
Y déjame morirme sobre tu vello rubio,
En el
rincón inerme que tú me has reservado.
Déjame
dormirme un poco,
Para
despertarme luego
Como
un tigre de fuego de amor renovado,
Deja
prenderte un cirio en tus breves caderas,
Para
que se eternice para siempre el milagro.
No llores si te dicen que tal vez yo no vuelva,
Volveré
reclinado en el tiempo largo
De la espiga y de la adelfa.
Cien cadenas nos unen el uno junto al
otro
Ocho
recodos vivos nos muerden como los
labios.
Besémonos y un beso,
Selle el eterno compromiso
De nunca separarnos aunque ya pasen los años
Manuel
Valdés Solar
Diciembre
1989.
ANÓNIMO.
Quien está fregando el cobre,
Para construir una pizarra
En que queden imborrables,
El nombre de alguna Bella
Y que amo en silencio y dolor.
Los
picaflores volaban
Con sus alas
de oro y fuego,
Diciendo que dirán a la Bella,
El nombre de
la inalcanzable
Y sólo Dios
lo sabía.
Agónica
de plata y luna,
Cabelleras castañas,
Flotan en la noche temblando.
El cristal de las ventanas
No retrataba
los ojos,
Faroles tibios, donde no
cabe el enojo
Y el oro se desparrama por los altos corredores,
Es que pasaron dos rubias y una morena
De cristal que les llevaba ventaja.
Un olor de vino y ámbar,
Viene de un
vaso escarlata
Y los
cuchillos plateados,
Cortaban la carne blanda.
Cena amorosa y unida,
Jesucristo nunca falta en
Las familias
cristianas
Y bendiciones de incienso,
Vuelan en cañas mojadas.
En
media noche el insomnio,
Despierta mi fiebre malva,
Y en las ventanas yo veo,
Un cuerpo joven
Tranquila
flor no cortada
Si
llorara al pie del monte
Y en jeroglíficos de arena,
Descifrara su nombre
Corto, o largo, como adarga.
Pero busco, busco y busco
Y el corazón
se me inflama,
Con fuegos de rabia roja,
O lágrimas de esmeralda.
Porque
pasó una mañana
En que mi sino no estaba,
Y sólo vi su figura en horizontes
Tan lejos que
me pareció un fantasma,
Fantasma de miel y luna,
Como pudiera acercarla
Y regalarle
un clavel que prendiera
En su blusa que dos colinas retrata.
Si pudiera ver sus ojos,
Mi mente la retratara y prendiera esas dos luces,
Como imagen de una santa.
Pero
es inútil mi busca,
Pues ella debe estar, lejos, muy lejos,
Más allá de
las praderas
Y de las altas montañas,
En paraísos de trigo
Con el perfume de
la albaca.
Manuel Valdés Solar
Concepción
Marzo de 1994.
LA NIÑA BUSCA A SU AMADO
Ruidos de mar y olas
Y
el cielo estaba tranquilo.
La
niña tejía ovillos
De
enredaderas bordados
Yo
me muero, mi Dios,
Por los ojos de un muchacho,
Moreno
de tez ceñida,
Dice
llorosa la niña,
Sobre
las hierbas tendida.
Sobre los pastos nos amamos
Y pondré como testigo
A una luna almidonada
Y a un astro rojo y sencillo.
Fantasías florecían
Sobre sauces del camino,
La
niña camina abstracta,
Pálida
como un crucifijo
Y golpeaba los senderos
Con un junco amarillo.
Las
brisas besan despacio
Los ojos húmedos y tristes de la niña
Y
van peinando en rumores
Su pelo muy largo y liso.
Encontraré algún día
Al que se fue a la deriva,
Que
la Virgen me proteja,
Dice
la niña contrita,
Y
se marchó directa
A escuchar la Santa Misa
Manuel
Valdés Solar
Concepción,
Marzo de 1994.
A QUIENES
VOLVERAN MAÑANA.
Anda garbosa y continua,
Sombreada por las estrellas
Que por ser
ella más bella,
A la galaxia
la llevan.
Luna piadosa, no olvidas,
A los pobres
afligidos
Por un
sentimiento negro
De
saberse reprimidos,
Cortas
toronjas de oro,
Y las vas tirando al río
Que muy orgulloso las lleva
Hasta ponerse amarillo
Bajo
las ramas, el aromo pregunta,
A una niña rubia ¿Por qué quieres competir
Tú con mis áureas flores que asoman?
Si mis ganchos fueran brazos
Te
estrecharía completa,
Para conseguir el oro,
Que Dios me dio sin aroma.
Toma mis manos de palma,
Dice una niña morena, a las arenas del río
Y el río se puso turbio, de alegría y de sorpresa.
El
naranjo, también tiene
Aureolas de
oro dulce como azúcar
Y otras
verdes muy ácidas,
Como el llanto de un poeta.
El día
se fue tranquilo,
Para no dejar
dispersas a niñas,
Que desnudas se bañaban protegidas por crenchas.
Ven a darme
un beso, morena de luz de luna,
Dice La
hermosa Venus, al rojo sol que se aleja.
Un
joven lanza su queja de amor
No correspondido, al viento que sin oídos,
No lo consuela y lo deja.
Quien pudiera levantarte como bandera,
Dice un rebelde muchacho,
Y tremolarla a los aires,
Como insignia de castaño
oscuro o claro
Que importa y
que nos diga
Avanza siempre
y que nadie te detenga
Y un ángel de
galilea más allá de Palestina,
Trazó una
cruz en cielo,
Diciendo que
ellas ya vuelvan
Manuel Valdés
Solar
Concepción
Marzo de 1994.
EL CORAZÓN
DE UNA BELLA.
En una lugar precisado
De Lomas San Andrés
Vive un ángel
de piel luminada,
Ojos grises,
suaves rayos
Y pelo
castaño claro,
Bandera de cielo y luz.
Además
de ser más bella,
Que todas las Diosas griegas,
Tiene un corazón de miel.
Su boca, que besa el viento
Y es tan roja
cual cereza,
Se abre siempre con presteza,
Para el consejo piadoso,
El alivio generoso de sus
manos,
Albas palomas, azucenas tibias olas,
Para calmar
la tristeza
Del que en
silencio y sin quejas,
Sufre el
dolor encubierto
Y con pasos
muy inciertos.
Llega a la
puerta de tu huerto,
Donde tu
milagro
Pondrás un lirio
en su herida
Que sangra
con la esperanza
Que entre
azucena y sonrisa
Ponga un
alivio a su mal.
Virgen
de ojos ovalados,
Santa de blanco vestido.
Morena de
maravilla,
Ramo de claveles vivos.
Como
tus manos de dalia,
Con dedos de leal lucero,
Pusieron azul alivio,
A mi dolor
sin consuelo.
Manuel Valdés Solar
Concepción
Marzo de 1994.
LA MUCHACHA BUSCA AMOR
Jazmines blancos
de albaca,
Sepultaban
los caminos
La
muchacha levantaba
Su delantal de fino lino.
Desde
las charcas los sapos
Soñaban su grave ritmo.
Maizales
trajinados sus
Mazorcas amarillas
Muestran
a la caminante
De
mil oros su destino
Caminar y caminar,
Buscando
dos ojos negros,
De
un muchacho en retirada
Deslizándose en el río,
Más
nunca lo alcanzará
Pues
la corriente volaba
Con mocasines del pino.
La luna rielaba luces
Disimuladas al abismo
Y
para consolar a la bella
Le cuchichiaba al cielo,
Yo
también quedé muy sola
Desprotegida
y con frío,
Cuando
el hacedor me puso
Como satélite triste
De enamorados dormidos.
Ya
encontrarás al muchacho
De ojos negros y pelo fino
Tras montañas almenadas
Con arreboles de aromo
Con tarjetas de amarillo.
Manuel
Valdés Solar
Concepción
Marzo 1994.
A ALGUEN QUE QUISE AYER
Sale a encontrarme mi amor
que vengo desde la guerra,
Cierra las puertas, mi amor que no quede entre
abiertas
Puede
colarse un zagal, con un puñal y una
adelfa.
Mi
niña, entreabre la puerta que vienen dos
niñas ciegas,
A buscar la luz del sol y también de las estrella.
Tú tienes luz
de la luna, si quieres, dásela a ellas.
Perfiles
de cobre tienen las mujeres de la aldea.
Un
muchacho las pintaba después para venderlas.
No vendan
niñas de luna vende sólo madreselvas,
Dice la luna
al zagal, que la escuchaba sin verla.
Corta
gavillas de trigo y se las entregas a ella así
podrán resarcirse de la luz de estrellas, dijo el joven a la venda, cayó
de las niñas ciegas.
Luz de luna, luz de luna, bailemos en las
estrellas de orión soltemos a Venus que la cruz del Sur se pierda. Panderetas de oropel golpeaban las
niñas bellas sones de torres perdidas,
subían a las estrellas o cualquiera de los astros que brillan con luz de
cera. Un palacio de alquitrán para el
jinete que llega, con una princesa al
anca y mucha plata en las riendas. Dame
tu mano de luna dice el joven a
la bella, la adornaré con anillos,
cuajadas de finas piedra, que sacaré
de la arena, tan pura como la
pena amatistas, esmeraldas , rubíes y piedras buenas, todas serán pero que me hunde, antes que naufrague en ti niña que tienes
todo lo bello, guía tu mano y la mía hasta el bosque de maraña, donde palpita tu sexo.
Tu
sexo que exorciza a las vírgenes del
sol. Que importa si lo fuiste o no lo fuiste nunca yo ya te encontré primero,
en las olas del amor. Naufragamos muy
juntos mi muchachita de lino, no hubo caminos largos por el cual nos conocimos.
Cacemos en la hierba mariposas azules para prenderlas juntos a tu irreal
cabecita. Que importa que la gente murmure siga y diga, de que fuimos amantes
malditos de la higuera que si dimos o no frutos, a ellos que les importa, el proyectarse en el agua le sucede a las parejas.
Tu
dedo breve y leve puro silencio triste a mis labios blasfemos que dijeron te
quiero más que a todos los santos de las cortes celestiales y tus labios muy rojos serían mi Evangelio. Te colgaré
collares de color infinito, de rojo,
verde, amarillo y también color de vino. Te embarcaré en un barco, de madera y
de néctar para pasearte libre por los mares Australes.
Te
quiero siempre viva, constante e incansable,
dejándote amar justo cuando tú lo deseaba. No apartes a mis secos
labios, que desean beberte el zumo de la
vida en blancos senos de mármol. Arrincona mi vida, hasta el rincón bendito de tu monte de Venus,
como el trigo dorado y déjame morirme sobre tu vello rubio, en el rincón inerte
que tú me has reservado. Déjame dormirme un poco, para despertarme luego como
un tigre de fuego de amor renovado. Deja prenderte un cirio en tus breves
caderas, para que se eternice para siempre el milagro. No llores si te dicen
que tal vez yo no vuelva, volveré
reclinado en el tiempo largo de la
espiga y de la adelfa.
Cien
cadenas nos unen el uno junta al otro. Ochos recodos vivos nos muerden como los
labios.
Besémonos
y un beso, selle el eterno compromiso de
nunca separarnos aunque ya pasen los años.
Manuel Valdés Solar
Diciembre 1989
CONOCÍ A UNA NIÑA RUBIA
Fue una noche de noviembre,
tibia como leche blanca.
Amigos disparatados, lleváronme a conocerla.
Yo reticente
dudaba de ganar una esperanza.
Una luna almidonada, a decidir no ayudaba.
Más los dados del destino estaban al aire echados
Hilillos de
luz difusa el satélite enviaba.
Astro triste
no entendía que la libertad se
escapa.
La ciudad
tinta, del sur, quería
vivir postrera,
Llena de risas
lejanas, palomas de volar tanto los
techos alborotaban.
La calle larga, muy larga, a San Martín
recordaba.
Embajador de la noche, un viento suave soplaba.
Las estrellas
picarescas, azul secreto, anunciaban
quítame este miedo necio, de perder la libertad,
¡Virgen de las manos albas!
Una licencia sin ramas, es facultad que no capta.
Atarse a
rubias cadenas es preferible a la farsa.
Yo era un corcel sin sus riendas,
Ni estribos de temperancia.
Muchacho de
nebulosa, sin conocer el amor, erraba de boca en boca de hembras nubladas y sin
alma.
Mi
insomnio, de soledad, guardaba como una
espada.
Eran
las once de la noche.
Los relojes
lo anunciaban, cinco relojes en las torres,
Cinco relojes
que enseñan, cinco ventanas imantadas.
Agujas de
tiempo verde, una esperanza anunciaban.
Rubia de las
lunas blancas,
Mil promesas
señalaban con su silencio de larvas.
Por
fin se abrió aquella puerta,
Que una
belleza guardaba y apareciose una reina,
Seria en su estampa dorada.
Princesa de
rubio trigo, con rayos de un sol.
Que cómplice, el horizonte ocultaba.
Su
cabeza de oro fino, era altiva soberana
Sus ojos de azul intenso, lagos de añil que embriagaban.
Borrachos de
azul mis sueños quise beber de esas
aguas.
Su boca cerezas libias, rojo que al amor llamaban.
Su
cuerpo estatua labrada, con cinceles de azul piedra, que un artífice de almendras, con mucho esmero
tallara.
Cintura
de nebulosa, reducida cual la malva, cintillo de Cartagena, estrechando cual
torera, en ruedos, de ansia afilada
caderas amplias que enmarcan Virgen de las moreras.
Sus
senos lúbricas copas, vasos de almendra
abundante, un vaho suave despiden.
Hogueras
de azahar blanco que perfuman la embriaguez, de vinos tibios, de reservas
recordadas.
Su
talle, rama de mimbre, bestia una talar falda larga, hasta los pies ajustada
vestido de moaré blanco, con mangas de siemprevivas, festines de manos largas.
Sus pies de
zapatos blancos el ángel de los
jardines, con pebeteros de plata,
incienso, a su paso ¡Arcángel de
aljibe verde`¡ Aromas de las iglesias,
simulaban el milagro. Su
enagua no concebida dormía sin tener grillos.
El cuchillo de la luna, cortaba filoso y frío las copas de los
espinos.
Conversamos
un momento, nos retiraos ligeros.
Un viento de malvaloca, soplaba en susurros finos.
Los gallos de la veletas cantan canciones de
hierro, escaparates sin vidrios,
semejantes a la espuelas, que se
entierran en los ijares del tiempo, redondo, como un ovillo, el lucero de la
tarde, va de paso a las estrellas, como
un ovillo.
El lucero de la tarde, va de paso a las estrellas,
como un ebrio, que señala el fin de
siete caminos.
Me porté como quien fui, generoso como el vino.
La invite a cenar almejas, con ostras de pergamino.
Regadas, con néctar blanco, en vasos de estaño fino.
No le regalé
un anillo, pues no había
compromiso.
Ni orzas de
plata antigua porque. En monedas duras, falta el calor amarillo.
Solo
le hice un poema, de versos claros
sencillos, con estrofas capitales y
rimas de verde filo.
Ya la
aurora se anunciaba, con luces de lentejuelas, rosadas, de un sol viejo
aluminio.
Que empina su rostro antiguo por encima de los pinos
Ebrio
de emociones nuevas, caminaba como un niño,
con pasos de adelantado zigzagueando mi camino.
Ella
partió a la pensión, yo a la casa del
camino, bordeada de un rio alegre y
silvestres flor de espinos.
En mi
lecho de plumones, el sueño venir no quiso, un insomnio, azul y rojo,
anticipaba un cariño.
A mi lecho solitario, once gatos ya llegaron, vestidos de armiño blanco y pelaje de
platino.
Con ojos, de
azul romero, abiertos como el cariño.
Sus cuatro uñas de acero, amasaban mis cobijas, con un zumbido de abejas, que buscaban su camino.
Y allá lejos
en los potreros, con verdores de destino
En las acequias de cieno, un croar de ranas verdes, poetas de vientre blanco,
con versos de cortesanas, enlutaban al canelo, vigilante de la tarde,
machitún de pardos lirios.
Con vestidos atrasados, del sur, moreno destino.
Los
juncos de las orillas, sus pétalos de
hojalatas, desnudan sin compromiso, su perfume suda nubes, de almizcle de los
martillos.
El trébol de los potreros, rosado vence a la alfalfa, con desprecios de
amarillo.
Su
alfombra de verde suave, anuncia que en tiempo leve, servirá
de lecho suave, para que duerma la bella, por sátiros despertada y traviesos duendecillos, de doce
barcos, preñados de leal cariño,
Los
pinos de las ladera, agujas de verde
filo, ya hacia el monte apuntaban, diciendo, ramas y troncos, a mi sombra que
no seca, pon tu rubia cabellera, para
que lote en el viento y se adormezca en el vino.
Muchacha de
las almendras, con tus hebras de oro fino.
Perfume de rubio almizcle, nube de acento divino.
El
verso ya se ha estirado, como hojas del tomillo. Y a terminarlo me dicen, las agujas del reloj. Aceitunas sin sabor, del color de los limones, con mangos en los
oídos.
Conocí
a una niña rubia y el amor se me prendió,
a sus cabellos dorados y a sus ojos de azul cielo, estrellas de mi destino.
Manuel Valdés
Esperanza abril de 1959
ELLA NUNCA
ESTUVO ALLI.
Ella nunca estuvo allí.
Sino en las puertas del cielo,
Todo el oro de su pelo
Era poco para mí
Madrugada que era entonces
Ocasión de
ver su pelo
Remota
esperanza aquella
De poder mirarla entera.
Las mil espigas del trigo
Semblanza de sus cabellos
Que el río
lleva en su sello
De mil corrientes dormidas
Espigas de curvas vivas
Su cuerpo de
tierra y hojas
Suave delgadez del hilo
Del cuchillo
el noble filo.
Paisaje de
luna y río
Arroyo que canta al viento
Canciones de
rumor y espera
Que nadie iguala en acentos
Ella nunca
estuvo allí
Ni en las sombrías distancias
Inmensas cual la penumbra.
De las incontables ansias
QUERER
SIEMPRE QUERER
Querer
siempre querer
Sin esperar casi nada, de la musa
Que los versos la transformaron en hada
Quiso la mente dejada
Que yo te llamara estrella
Porque no hay nadie tan bella
Como tu, ya la esperada
Que se hizo del cariño
Que yo creía tener?
Y se marcho en el ayer
Ya sin dar la despedida
Del poeta que en un día
Ya quería retener.
Más tu encanto de mujer
En cada día se iba
Y se cumpla la dice iba.
Que es muy difícil querer
Tan pronto
llegue el ayer
Yo escribiré un poema
Que sea todo
el emblema
De ti encantadora niña
Si también tú
te resignas
También dejarte querer.
Febrero del 2005 Manuel Valdés